sábado, 12 de enero de 2008

DOMINGO


Tenía ganas que comenzara el día para entrar en el diario y estuve pensando sobre qué escribir toda la mañana. Quería escribir sobre el domingo, sobre que hace la gente en mi ciudad un domingo cualquiera de septiembre. Después de organizar la casa como cada mañana decidí hacer lo mismo que el domingo pasado, quizás por darle a los días una lógica. Cuando trabajaba nunca distinguía los días de la semana, todos eran igual: trabajo, trabajo, trabajo. Ahora en esta nueva etapa de ocio y aburrimiento me doy cuenta que nada ha cambiado, sigo sin distinguir los días aunque por un motivo completamente opuesto al anterior. Por eso me había decidido a hacer del domingo un día especial en el que hacer algo diferente a los demás días de la semana. Que nadie piense que es algo muy diferente y especial. Por la mañana paseo como todos los días pero cambiando el ritmo, estos dos domingos he aprovechado para bajar al Pilar y poder así escuchar el piano y las voces ya no tan angelicales ni limpias de los enfáticos. Creo que este grupo musical va de capa caída y no dudo que conseguirán mantenerlo, aunque sea a base de introducir niños inmigrantes. El órgano sigue sonando bien, han muerto muchos de los organistas, en la iglesia todo se esta haciendo viejo muy deprisa, esperemos que entre nuevo aire que renueve esa institución a veces necesaria. Después el paseo continua hacia el parque a la búsqueda de un banco alejado de jubilados ruidosos, niños con videojuegos y marujas gritonas, lo cual es difícil porque el domingo es el día elegido por esos grupos de gente para pasar la mañana en el parque grande. Allí comienza la lectura, que es una reconciliación con la prosa después de muchos años, culpa de mi intransigencia hacia muchos libros empezados que no merecieron la pena de ser acabados. Hoy la interrupción de la lectura ha sido por una causa diferente: la reunión anual de grupos musicales que han escenificado sus bailes ayudados por el publico. He hecho alguna foto que luego intentare colgar del álbum. Ahora en casa creo que solo toca organización, cine, noticias y descanso.

Y volviendo al domingo.... Recuerdo de niño que el domingo era un día de misa y pasteles. La gente tenia en su agenda cumplir con el precepto dominical y acercarse a la pastelería habitual a comprar una docena de pasteles. Hoy eso ha cambiado, las iglesias están semivacias y viendo el publico que acude a ellas mayor de 50 o mas años no sabemos cuanto durara sino abren las ventanas y se renuevan como decía antes. Y los pasteles... ¿ que ha sido de las pastelerías? Han desaparecidos como los videoclubs, las tiendas de discos y los salones recreativos entre otras cosas. El colesterol, el azúcar elevada, y el sobrepeso hicieron que las ventas cayeran y con ella el frescor de los pasteles que ahora ha aumentado a nivel de congelación. Tan solo resisten algunas pastelerías tradicionales en el centro. El resto son los panishops que venden pasteles sin color ni sabor. Ya nunca mas podremos degustar los borrachos, los barquillos rellenos o los pasteles con guinda en la cumbre. Desaparecieron los barquilleros de la plaza del pilar, remate de la postguerra, y aunque aun queda un vendedor de regaliz de palo en la Puerta del Carmen, todo lo demás ha dejado de existir. El fútbol arrastra a muchos aficionados al campo los domingos pero los partidos televisados cambian las fechas y ya no se si alguien juega en domingo, todo creo depende de la cadena que lo televise. El baloncesto era deporte de sábado, y muchos el sábado lo dedican al ocio nocturno y llegan a casa cuando el domingo ya esta demasiado avanzado. El domingo pues, el día esperado para concluir una semana y comenzar otra, no es lo que fue, ¿ pero ha sido para mejor?

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