sábado, 12 de enero de 2008

VEINTE DE DICIEMBRE: EL CAMBIO



Hoy hace un año de muchas cosas, muchas cosas importantes, Hace unos días fue el aniversario de la muerte de mi padre. Después de mucho sufrimiento nos dijo adiós para siempre, aquel que nunca pensamos que se iría porque lucho hasta el ultimo momento. Venció al infarto durante 30 años, y a muchos problemas, alguno de ellos de los que me siento culpable. Gracias a Dios al final estábamos bien y unidos, como si preparando la despedida tuvimos nuestro punto de acuerdo y de reconciliación. Fue pues una despedida diferente a como la teníamos planteada en los últimos años. Gracias por todo.

Y poco antes de la lotería de Navidad, acabo una etapa de la vida que duro todo el tiempo que llevaba en este mundo. Desde que nací estuve ligado a la empresa familiar, unas veces por obligación, otras por necesidad y otras porque me gustaba. Gusta ver cuando las cosas van bien. Genial el pensar cuantas cosas sucedieron allí y muchas mas importantes que nunca vi, pues fueron 65 años de vida de aquel local por el que pasaron cientos de miles de personas, famosos o no, mas queridos o menos, de aquí y de allá.

Ahora todo es diferente. Se acabo el estres diario, el miedo a las inspecciones, el ¿que haremos hoy? Ni por un momento ha pasado por la cabeza el recuerdo de aquellos días, años de alegrías pero de muchas angustias. Tan solo el cuadro de la entrada y los de dentro que ahora decoran mi casa recuerdan aquellos días. Y cada vez mas veo los cuadros como parte de la casa que como parte de esa historia.

Nos fuimos sin ruido, ni siquiera la prensa dijo nada, cuando realmente aquellos 200 metros cuadrados hicieron historia de la ciudad, pero que importa. Y ahí sigue, cerrado, como si estuviéramos de vacaciones, todo sigue como hace un año. Eso si da pena, soñaba con pasar por ahí y ver lo que tantas veces vi de otra manera con otra gente, quizás algún cliente conocido.
Ese mismo día del cierre, cuando salí a la calle me di cuenta que no solo había acabado mi etapa laboral sino que también había acabado definitivamente otra etapa personal. Salí a la Plaza España y vi la luz, una luz fuerte e intensa que me hizo daño a los ojos. La luz despejo muchas mentiras y engaños, y había que despertar a una nueva vida. Había que cambiar y olvidar. Lo mismo que habían acabado mucho años de trabajo, había acabado un año de intenso dolor. Fue como en la película de Mach Point, cuestión de suerte. Podía haber salido un minuto antes o después y quizás la bola hubiera pasado la red sin verla. Pero ahí estaba de la mano de la suerte.

Celebre ese cambio de vida con un viaje a Bolivia, tierra de ensueño. Tenía un pasaje para un mes y medio y me quede cuatro meses. Volví a ver el carnaval, bueno vi el de Oruro, la Paz, Cochabamba y luego el de Tarabuco que lo celebran mucho mas tarde. Conocí la Semana Santa boliviana, y sobre todo vi a mi ahijado, e hice muchos amigos, muy buenos amigos. También visite a otros antiguos amigos, un reencuentro después de muchos años, pues estaban por diferentes motivos olvidados. Dicen que una espina puede sacar otra espina y así es. Cuando hay un daño mayor, pareciera que otros daños son menores. Cuando alguien te hace daño, otros problemas anteriores te parecen solucionables. Así pues olvide rencores y estuvo bien, pues después del olvido el reencuentro es una fiesta.

Y ahora aquí seguimos, viviendo la vida, unas veces divertida y otras algo mas aburrida. Haciendo planes de futuro, o no tantos, dejando que todo fluya y se desarrolle como la suerte decida. Esperemos que todo sea para bien, que estamos en Navidad.

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