El martes, 29 de enero, celebramos en Zaragoza la fiesta de nuestro patrón San Valero. Fue obispo de Zaragoza a comienzos del siglo IV. Desterrado en los tiempos de la persecución de los cristianos, sus reliquias volvieron a Zaragoza en el siglo XII.
Este día, que según la tradición debe ser ventoso (San Valero, rosconero y ventolero), es uno de los de mayor importancia y tradición en la ciudad. Hoy día con el regalo que un periódico hace a los vecinos de un roscón gigante acompañado de un vaso de chocolate hace que la mayor parte de los zaragozanos bajen a la plaza del Pilar, pero sobre todo para venerar las reliquias. Recuerdo de niño cuando la catedral era una iglesia oscura y ennegrecida, daba pavor el ir a besar la reliquia porque todo parecia extraño y oscurantista sobre todo para un niño. Largas filas para llegar a una mesita donde un sacerdote te daba a besar la reliquia, con un montón de estampas del santo y una bandeja donde depositar la limosna.
Los alrededores de la plaza, como hoy estaban llenos de vendedoras de roscones, en aquel tiempo mas de masa que de nata. Hoy casi todo el mundo prefiere los rellenos de nata.
Es interesante cuando el ayuntamiento se dirige a la catedral acompañado de los maceros y la guardia municipal de gala. Es como decirle al obispo , oye que vamos para allá, pero igual que los eclesiásticos se visten con sus mejores galas y afinan el órgano, el ayuntamiento debe hacer lo mismo.
Es pues una ocasión de ver una tradición, de las muchas que hay en Zaragoza y en España.
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