sábado, 12 de enero de 2008

BUENO O DEMASIADO INGENUOS



Hoy el programa de la Cuatro, CALLEJEROS, ha estado dedicado a las colas que se forman en las calles de nuestras ciudades. Siempre ha habido que renovar el pasaporte, el carné de identidad o inscribir a un niño en el registro civil, pero creo que nunca ha habido semejantes colas. Gente que viene de un pueblo a la capital para hacer una gestión y que se tienen que ir sin hacerla. El programa refleja que gran parte de este problema es debido a la inmigración que ha traído la costumbre de dormir en la calle toda la noche para ser los primeros en la fila al día siguiente. He conocido las filas sobre todo en países de Latinoamerica, donde en cualquier calle hay filas para casi todo, sobre todo para lo relacionado con el papeleo del estado. Pero en los bancos hay filas semejantes. Yo mismo para cambiar moneda una vez estuve dos horas esperando en una fila que luego resulto no ser la buena. En este ultimo viaje a Bolivia vi que se mezclan progresos digitales como un scaner en las ventanillas de los bancos que leen la tarjeta de crédito o la huella dactilar para identificar al cliente, pero al mismo tiempo deben pasar horas sentados en sillas para que los atiendan, y es que el numero de oficinas bancarias es muy reducido, creo hay de uno de los mayores bancos 5 oficinas para una ciudad de un millón de habitantes. Hay largas filas para renovar el pasaporte, o cualquier tramite con la policía, hay filas para cobrar ayudas, o simplemente para comprar un billete de avión. Pero eso es debido en parte porque no esta muy extendido el uso de Internet para todas esas gestiones. Pero lo que resulta incomprensible son esas largas filas en España cuando muchas cosas se podrían hacer por Internet o con cita previa. A veces he intentado lo de la cita previa pero nadie responde al teléfono, sin embargo solicite una confirmación de empadronamiento por internet y en un día estaba en el buzón de mi casa. Hace 5 años España tenia 39 millones de habitantes y las previsiones eran que llegaríamos a 40 millones muchos años después, pero el fenómeno de la inmigración ha hecho que seamos ahora casi 45 millones de habitantes en esos años que han pasado. Un país no puede estar preparado para esa avalancha de nuevos residentes. Hace unos años había que cerrar colegios porque no había alumnos y ahora hay que construir mas aulas porque no caben. Los hospitales se han quedado pequeños y las consultas medicas están abarrotadas. Las cosas son así pero si bien es ilógica esas filas masivas donde hay gente que duerme hasta 3 noches en la calle para obtener un papel, tampoco veo comprensibles las palabras de mucha gente en ese programa que criticaban al país donde están porque han querido venir. La mayoría están ilegales en el país y exigen muchas cosas que no tenían en el suyo de origen y es por eso que han salido de allí. Quieren que les atiendan con rapidez, quieren comida, quieren trabajo, quieren de todo y protestan de todo, cuando han salido de su país sin que nadie les llamara. Estoy de acuerdo que la inmigración es necesaria, porque sino España desaparecería en los próximos 50 años, pero todo tiene que tener un orden. Y las personas que vienen deben de adaptarse a los usos y costumbres del país de acogida y no al revés. Si una española va a Irán le obligaran a llevar velo y tendrá que adaptarse a muchas obligaciones que las leyes de allá por muy extrañas que nos parezcan son de obligado cumplimiento. En cambio aquí exigen que el país se adapte a sus costumbres, hay que dejar que puedan practicar el Ramadán, que las mujeres puedan llevar velo, o que les den comida especial en los comedores públicos, o dejarles jugar al fútbol en los parques pisoteando el césped que tanto trabajo y dinero cuesta de mantener. Sino consientes eso te llaman racista y que discriminas al extranjero. Esto no funciona así, no se puede dejar vender comidas bebidas en la calle ilegalmente mientras el comerciante de toda la vida tiene que pagar impuestos, cumplir las ordenanzas municipales y mil reglamentos, mientras salia una señora que vendía comida en las filas diciendo que era terrible que la policía no le dejaba vender, a ella que luego resulto que estaba ilegalmente en el país. A veces por querer ser buenos acabamos siendo tontos.

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