No soy una persona apasionada por el deporte, aunque el baloncesto llego a ser una pasión y una droga. Estaba deseando que llegara el sábado para ver el partido del CAI de baloncesto, llegue a aprenderme los nombres de todos los árbitros y de que pie cojeaban y bueno fue así durante muchísimos años. También jugué a este deporte en el colegio. Luego pase al balonmano y finalmente al voleibol, vamos que fue una decadencia en toda regla. Nunca fui bueno corriendo en carreras largas pero era bastante bueno en cortas, hasta 100 metros, creo que lo hacia en 10.5. Y ahora me conformo con andar, pero a lo bruto. Todas las mañanas salgo de casa a las 9, 9 y media dirección tercer cinturón y estoy andando una media de 4 ó 5 horas. Pero ya no sigo las incidencias de ningún deporte. Todos en cualquier lado te preguntan como ha quedado el Zaragoza, y yo ni idea, y así creen que les tomo el pelo. Otros se han apuntado al carro de la Formula 1, así sucede siempre en España cuando vamos bien en algún deporte. Acabado el ciclo de Indurain que tenia a media España en vilo viendo el Tour que lo mas bonito que tiene son los paisajes de Francia, seguimos con pasión el tenis de Rafael Nadal y ahora a la selección de baloncesto de de Pau Gasol. Aprendimos todo sobre el golf de la mano de Severiano Ballesteros, y ahora España es un país de campos de golf y muchos deben manejar bien esos palos. y David Meca y Zubero nos hicieron estar como peces en el agua.
En España pues no hay una afición por el deporte sino por el triunfo. Esta de moda el deporte que triunfa y los deportistas se convierten en héroes, en gigantes. Pero deben estar siempre en la cima porque en cuanto fracasan los ponen en la picota. En ningún sitio se pasa de héroe a villano tan rápido, quizás por eso somos diferentes.
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